La presidenta (s) de la Corte Suprema, Gloria Ana Chevesich, aseveró que el ejercicio del derecho tiene que ver mucho con las palabras, pero especialmente con las emociones.
Estas reflexiones las realizó al encabezar, junto al pleno de ministras y ministros, un nuevo juramento de abogados y abogadas, hoy 1 de agosto. “Ese es precisamente el tercer mandamiento que Eduardo Couture dejó como guía para el abogado: "Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. Sí, la abogacía es trabajo. Pero no el trabajo mecánico del que marca tarjeta y espera el fin de mes. No solo porque exige rigor, tolerancia a la frustración y paciencia, sino porque fundamentalmente es un trabajo profundamente vinculado a las emociones”.
La autoridad resaltó que cada causa le llegará a sus manos con "la angustia de quien busca justicia, del dolor de quien ha sido vulnerado, de la esperanza de quien confía en que el derecho puede reparar lo que la vida ha roto. Ustedes trabajarán con el miedo del imputado, con el dolor de la víctima, con la desesperación del deudor, con la ira del despedido, con la tristeza de quien ha perdido a un ser querido por dolo o culpa de un tercero. No hay un solo caso que sea puramente técnico. Detrás de cada expediente, entre centenares de palabras y reglas intrincadas, late un corazón humano”.
La presidenta (s) explicó que la dimensión emocional del derecho fue ignorada durante mucho tiempo por una visión más racional de la justicia, pero que ha cobrado nueva relevancia gracias al movimiento Ley y Emoción. “Por eso, debido a su complejidad, para que el trabajo trascienda la mera técnica y se convierta en verdadero servicio a la justicia, requiere algo más que conocimiento. Requiere vocación. No solo el gusto por leer, comprender y aplicar las normas, sino la disposición a trabajar con rigor, con apertura, pero sobre todo, con respeto y genuino espíritu de escuchar y defender al otro”, concluyó.