El presidente de la Corte Suprema, Ricardo Blanco Herrera, conmemoró el “día Mundial de los refugiados”, resaltando que ha sido instaurado para honrar la fuerza, la resiliencia y la dignidad de millones de personas que han debido huir de sus países en busca de amparo frente a la violencia, la persecución o la guerra.
Estas reflexiones las realizó en una nueva ceremonia de juramento de abogados y abogadas. Según estimaciones, el total de seres humanos que han sido forzados a dejar sus lugares de origen por la guerra, graves conflictos, violencia extrema, persecución y violaciones a los derechos humanos en todo el mundo superó los 100 millones.
La autoridad resaltó que “al poner la mirada en la figura del refugiado, se destaca no solo una categoría jurídica, sino una realidad profundamente humana: la del desarraigo, la pérdida, el miedo. A la vez existe la esperanza y la búsqueda de dignidad. Es gente que ha enfrentado tratos crueles y situaciones inhumanas extremas, que, pese a lo anterior, han resistido y luchado por su vida, y en esa decisión, el Derecho tiene el deber de superar la indiferencia y dar cabida a la acogida; apostar por la protección en vez de la sospecha; y abogar por el amparo y no por la exclusión”.
“La figura del refugio no es ajena a nuestra historia. Chile supo, en tiempos difíciles, lo que significa buscar protección más allá de sus fronteras, y también ha debido aprender a ser país de acogida. Esa doble experiencia nos interpela como sociedad y como profesionales del Derecho, en su faceta de hospitalidad, de resguardo, de integración, conforme al ordenamiento jurídico que nos hemos dado”, destacó.
El presidente Ricardo Blanco informó que nuestra legislación, a través de la Ley Nº 20.430, establece normas sobre protección de refugiados en consonancia con la Convención de 1951 y su Protocolo de 1967, comprometiendo a nuestro país con el principio de no devolución y con el respeto de los derechos fundamentales de toda persona solicitante de asilo.
“Desde luego, junto con los preceptos que consagran estos derechos y deberes, se requiere voluntad profesional y humana para que aquellos se concreten, asegurando que el procedimiento de reconocimiento de la condición de refugiado sea realmente justo. En ello, su rol como Abogados es trascendente, pues son ustedes quienes pueden representar, orientar, interceder y defender y contribuir a que el Derecho deje de ser una promesa abstracta y se transforme en protección concreta. El Derecho no puede ser neutro frente al dolor, ni frente a quienes han tenido que forzadamente abandonarlo todo”, concluyó.