El presidente de la Corte Suprema, Ricardo Blanco Herrera, destacó el importante valor de los abogados para la paz social. “La complejidad del desafío aumenta al corroborar que sobre vuestros hombros se encuentra algo más que el dominio técnico de lo jurídico; tienen el encargo permanente de defensa del Estado de derecho como garantía de integridad del ser humano y de la paz social”.
Con motivo de una nueva ceremonia de juramento de abogados y abogadas, la autoridad conmemoró un nuevo aniversario del Desembarco de Normandía. Hace ochenta y un años, en las playas del norte de Francia, más de 150 mil soldados aliados iniciaron una de las operaciones militares más importantes de la humanidad, que posteriormente permitió liberar a Europa del totalitarismo y del horror de la guerra. “Fue un día de sangre y coraje, pero también un momento que marcó el principio del restablecimiento de la libertad, de los derechos humanos y del derecho internacional como herramienta para preservar la paz. No puede pasar inadvertido, para quienes desde hoy asumen la defensa del Derecho, que los sistemas jurídicos, en ocasiones, han sido desbordados o derechamente desconocidos; que el poder, principal objeto de control del Derecho y la Justicia, también puede ser instrumentalizado para fines perversos, por ello se debe siempre tener presente, que la paz es una construcción jurídica, política y cultural que se sostiene sobre principios, acuerdos y normas”.
“El Desembarco de Normandía no fue solo la mayor incursión anfibia de la historia; fue el inicio del regreso del Derecho a territorios donde la destrucción había arrasado. Fue la antesala del compromiso colectivo para nunca más permitir que el autoritarismo y el genocidio se impusieran sobre la dignidad humana. La abogacía, como profesión, tiene raíces profundas en la justicia; y siempre ha de ser un instrumento para la solución, reparación y prevención de este tipo de acontecimientos. Son ustedes ahora parte de una tradición que exige conocimiento, pero también valentía moral. Porque habrá momentos en que la ley se muestre insuficiente, y el deber del buen jurista será trabajar para reformarla y dar mayores sustentos legales a quienes conformamos la sociedad”.