La presidenta (s) de la Corte Suprema, Gloria Ana Chevesich, valoró que los profesionales del derecho sepan trabajar cualidades como la tolerancia, empatía y paciencia para así construir una mejor sociedad.
Estas reflexiones las realizó en una nueva ceremonia de juramento de abogadas y abogados. “Ejercer el derecho no es simplemente aplicar normas, ni tampoco resolver conflictos de forma automática. Ejercer el derecho es participar activamente en la vida democrática de una sociedad. Y hacerlo, como pronto lo descubrirán, requiere numerosos valores: conocimiento, sí; rigor, también; pero sobre todo, requiere carácter”, dijo.
La autoridad destacó mandamientos del abogado, según Eduardo Couture: Tolerancia y paciencia.
“Empecemos por la tolerancia. ¿Qué significa, en términos prácticos, tolerar? Tolerar a otros. Tolerar lo distinto. Tolerar las diferencias de opinión, de enfoque, de prioridades. No es fácil definir esta virtud sin caer en lugares comunes, pero sí podemos decir lo que no es: tolerar no es relativismo moral, ni falta de convicciones. Al contrario, tolerar es sostener nuestras convicciones en diálogo con las de los demás. Es comprender que los conflictos jurídicos —como la vida misma— no son rompecabezas de piezas únicas, sino mosaicos en los que caben múltiples perspectivas. Que el adversario procesal no es un enemigo; y que incluso nuestro cliente, a veces, puede tener zonas oscuras que no se trata de justificar, pero sí de comprender”.
Para lo mismo, resaltó que no hay tolerancia sin empatía. “Lo que señalo, nos lleva, naturalmente, al séptimo mandamiento: ten paciencia. Este es uno de los más difíciles de cultivar en los tiempos que corren. Vivimos en una época que glorifica la velocidad. Todo tiene que resolverse ahora. Queremos respuestas instantáneas, audiencias rápidas, sentencias inmediatas. Pero el derecho no funciona así. Y no debería funcionar así. Porque si lo que buscamos es justicia —y no solo eficiencia— entonces necesitamos tiempo. Tiempo para comprender, para deliberar, para escuchar. Tiempo para que los argumentos decanten, para que los hechos se aclaren, para que las decisiones no sean fruto del apuro sino del juicio”, concluyó.